¡Un caballito de mar! ¿Te imaginas?
Se propuso, visualizó y no se impuso más límites que el de llegar al ser caballito de mar.
¿Y qué pasó cuando cumplió los ocho?
Estás aquí, así que no quiero ofenderte con una respuesta a esa pregunta.
Esa niña, sin saberlo, cumplió todos y cada uno de los preceptos chorras que los new personal development coach de Instagram (vamos, el colega guay de toda la puta vida) predican y….
¡Ni atisbo del caballito!
Encina dedicó media vida a conseguirlo, casi na, la pobre no levantó cabeza hasta los diez.
Eso sí es desmotivador: fijarse un objetivo irreal que te hunda en un mar de frustración, incredulidad y desesperanza.
Si Encina hubiese tenido un buen asesor habría redefinido sus objetivos, los habría alcanzado y a los ocho años habría sido la niña más feliz del mundo.
Ahora tú eres Encina y puede que quiera ayudarte en la (re)definición de tu meta.
Si te animas, contacta conmigo 👇y hablamos.
PD: si me vas a hacer caso, ven a verme. Si quieres convertirte en caballito de mar, hay muchísimos que te lo garantizarán. YO NO.